jueves, 15 de abril de 2021

Introducción

 


La evaluación representa responsabilidad sobre los procesos, hay que definir y seguir los pasos a partir de un propósito para evaluar; es necesario tener presente que la evaluación educativa es una herramienta de apoyo al crecimiento y al aprendizaje que refleja más allá que solo datos de contraste, detrás de cada evaluación en el ámbito educativo hay que voltear a mirar cada contexto, cada población, cada paso del proceso para identificar la mejora.

La metaevaluación, como práctica de evaluar la evaluación (Scriven, 1974; Stufflebeam, 1974, 1978; Cook and Grunder. 1978), asume que los procesos correctos de evaluación requieren de contrastar sesgos, errores técnicos, costos excesivos y utilización de resultados, entre otros.

Estos contrastes permiten perfeccionar la evaluación y justificar la inversión de recursos de todo orden en estas empresas. Sólo una pequeña proporción de estudios de evaluación son, a su vez, evaluados; de los pocos procesos de metaevaluación que se efectúan, una parte sustancial son de tipo interno, es decir, ejecutados por el mismo evaluador. La resistencia a ser evaluado (Scriven, 1984) es una condición inherente al ser humano, la cual también afecta a los evaluadores. Aunque la escasa frecuencia de metaevaluaciones es en cierto grado comprensible, resulta injustificada la no detección de prácticas evaluativas poco correctas, cuya persistencia pone en tela de juicio la fiabilidad de la profesión docente.




CONCEPTO:


 La definición de metaevaluación, a la luz del proceso educativo, debe ser coherente con la de evaluación, ya que se trata de un caso particular de la misma. Si la evaluación es un juicio de valor sobre algo, es decir, la determinación de su valor y mérito, la metaevaluación es un juicio de valor sobre la evaluación.

 Stufflebeam (1981) la define como el proceso de diseñar, obtener y utilizar información descriptiva y de enjuiciamiento acerca de la utilidad, del valor práctico y de la adecuación ética y técnica de una evaluación, para guiarla y hacer público el informe de sus puntos débiles y fuertes.

La metaevaluación utiliza las normas aceptadas por los evaluadores y trata de asegurar que se cumplan, sin descuidar su desarrollo y enfrentándose a las prácticas. 

El objetivo de la metaevaluación es ayudar a que la evaluación desarrolle todo su potencial; efectuándola correctamente producirá mejoras directas e incontestables en el sistema, los programas y las prácticas educativas. 

Si se le considera como una herramienta para analizar la calidad, la metaevaluación se puede aplicar a toda clase de estudios y metodologías, así como a distintos paradigmas de investigación. En un sentido más amplio De la Orden (1981) dice que "el poder de la metaevaluación permite optimar el objeto evaluado y, por consiguiente, la propia evaluación".

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