La metaevaluación ha sido considerada tradicionalmente como
un instrumento para evaluar proyectos específicos; la evaluación de los
sistemas de evaluación y la investigación evaluativa aparecen como formas
generales de metaevaluación; desde esta óptica, la metaevaluación no se limita
a formular cuestiones únicamente sobre la metodología y efectos de un proyecto
evaluativo en particular, sino que amplía su objeto para incluir la estructura
de la evaluación en su conjunto y su impacto en la gene ración de información
relevante.
La pretensión de establecer los criterios que debe cumplir una evaluación o metaevaluación permite que los investigadores educativos asignen diversas cualidades a la actividad evaluativa: que el juicio de valor sea claro y riguroso, que permita llegar a con conclusiones fundamentadas, que incluya una recolección sistemática de información y que se realice con rigor científico, entre otros requisitos.
Sólo puede ser de calidad una evaluación cuando mejora la calidad educativa. Eficacia, eficiencia y funcionalidad, son las dimensiones fundamentales donde radica la construcción de la calidad de una metaevaluación expresión de un sistema de coherencias múltiples entre los componentes del proceso de la metaevaluación.
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